Abogado experto en Derecho Penal
¿Por qué está constituida la corrupción?
La corrupción proviene de factores económicos, institucionales, políticos, sociales e históricos. Tiene manifestaciones de naturaleza privada, pública y social, razón por la cual se ha estudiado desde distintas ramas: sociología, psicología, criminología, ética y derecho. Esta situación ha enriquecido los conocimientos sobre este fenómeno, pero también ha entorpecido la elaboración de un concepto unitario de corrupción.
Algunos autores consideran que la corrupción implica el quebrantamiento del interés público en aras de la satisfacción de un interés personal. Si nos basamos en el comportamiento, la corrupción es el abuso del oficio público. Por último, hay quienes identifican la corrupción con la violación de un deber posicional efectuada con el objeto de obtener un beneficio extraposicional.
La corrupción está constituida por conductas ejecutadas bajo parámetros de normalidad. Requiere de un análisis para poder reconocer criminológicamente si se trata de una conducta basada en una elección racional de coste-beneficio, dirigida por una persona que por lo general tiene una alta posición en la sociedad, ante la existencia de oportunidades derivadas de la rutina de la administración pública.
Elementos que componen la corrupción
Este fenómeno está compuesto por distintos elementos: un elemento subjetivo, que afecta directamente la formación de la voluntad de y que está constituido por la motivación del sujeto a realizar el acto corrupto. Implica la intención de vulnerar el interés público, pues prevalecen intereses particulares sobre la objetividad de la administración.
Un elemento adjetivo, según el cual es necesaria la intervención de un funcionario público o privado, que abuse de su cargo, bien sea llevando a cabo un acto administrativo ilegal, omitiendo hacerlo o realizando cualquier otra actuación administrativa, pues para que se de la corrupción debe haber un sistema normativo que le sirva de referencia, aunque no siempre entrañe antijuridicidad penal. Finalmente, observamos un elemento material, según el cual los actos de corrupción están permanentemente vinculados a la expectativa de beneficios indebidos, sin que sea necesario que constituyan una ganancia de carácter económico, pues pueden ser beneficios políticos, profesionales o sexuales.
No resulta necesaria la existencia de complicidad privada, ni que intervengan varias personas, ya que se dan múltiples eventos en los cuales el servidor público corrupto es el beneficiado directo por su conducta.
Factores que fomentan la corrupción
Los delincuentes se motivan a través de la existencia de oportunidades espacio-temporales para delinquir y de tentaciones sin control. En la contratación pública existen factores que favorecen la corrupción, como la desnaturalización del contrato de concesión a través de la entrega de anticipos, las privatizaciones y los contratos de obra de gran magnitud, dentro de los cuales están una pequeña variación en la cantidad de obra o en la calidad de los materiales utilizados.
Delito de cuello Blanco
La corrupción como delito de cuello blanco es reincidente y profesional. Es reincidente porque los funcionarios públicos pueden dejarse influir por la existencia de normas socioculturales, como el personalismo o las lealtades a familias o amigos, que van creando hábitos rutinarios de corrupción.
Es profesional pues constituye una actividad a la cual dedican su vida personas con conocimientos especializados en la política, economía, ingeniería, arquitectura y manejo de los recursos públicos. También, es organizada porque se basa en una compleja estructura que se asemeja al funcionamiento de una sociedad anónima. Se crea un sistema patrón-cliente por el que la relación política se basa en el intercambio de favores económicos y sociales entre el jefe político y los subordinados.
Papel de la Administración Pública
La ineficiencia de la administración genera que se den dádivas para disminuir la demora de los trámites. Aunque no puede ser una justificación ética para participar en actos corruptos, los sobornos se utilizan en numerosas ocasiones para agilizar los trámites administrativos en administraciones públicas con altos índices de ineficiencia.
Si las administraciones públicas siempre fuesen eficientes y trabajasen al cien por cien de su capacidad, no tendría ningún sentido los sobornos, pues los trabajadores públicos no podrían trabajar más rápido. En muchos países la ineficiencia pública no es sólo una regla general, sino que se utiliza como un llamado para que los particulares que quieran agilizar el trámite paguen sobornos, lo cual es un círculo vicioso, pues quien paga un soborno también es un potencial autor de otro tipo de corrupción.
Falta de controles
Por otro lado, las víctimas facilitan las oportunidades para la delincuencia a través de comportamientos rutinarios; así mismo, la inexistencia o reducción de controles incrementa la criminalidad. Esta circunstancia se ve agravada por la resistencia de los Estados a admitir controles externos que afecten a su núcleo de soberanía.
Efectos de la corrupción
Los efectos de la corrupción no son unívocos, sino que dependen del aspecto concreto a través del cual se hayan manifestado: su aspecto interno, que afecta directamente a la objetividad de la administración, su aspecto adjetivo, que afecta a la legalidad del sistema y a la confianza de los individuos en el Estado y, finalmente, en su aspecto material, la obtención de un beneficio, que se concreta en la reducción de la eficiencia de la administración pública, bien sea a través de la apropiación directa de caudales públicos o con la reducción de la calidad de las obras o de la prestación del servicio correspondiente.